La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta al 1,72% de la población española. Se caracteriza por la aparición de lesiones cutáneas rojizas cubiertas por descamación blanquecina o a veces plateada, formando placas en codos, rodillas y zona lumbar con frecuencia y a menudo también en el cuero cabelludo. Los primeros brotes de psoriasis aparecen con más frecuencia entre las edades de 15 y 35 años, aunque puede aparecer a cualquier edad, siendo más frecuente en aquellos pacientes que tienen familiares afectos. En ocasiones la psoriasis se puede manifestar como engrosamiento de la piel de palmas y plantas (hiperqueratosis palmoplantar), aparición de hoyuelos (“pitting”), manchas amarillas en las uñas (lesión en mancha de aceite) o aparición de manchas rojizas en las zonas de pliegues (psoriasis invertida).
Entre los factores que pueden producir un empeoramiento de la psoriasis se encuentran el estrés, la climatología extrema (frío o calor), el tabaco, las infecciones, el alcohol y algunas medicaciones. Es típico que la psoriasis aparezca sobre las cicatrices que se producen en la piel incluso sobre los tatuajes.
La psoriasis cutánea se asocia en aproximadamente un 10% de pacientes a afectación articular, pudiendo aparecer molestias articulares matutinas que mejoran a lo largo del día, rigidez de la zona lumbar, inflamación intensa de algún dedo de las manos o de los pies, dolor al apoyo del talón sin un traumatismo previo o hinchazón e inflamación de articulaciones de las manos o de los pies. Entre las asociaciones menos conocidas se encuentran la enfermedad cardiovascular, la diabetes mellitus, la obesidad, la enfermedad inflamatoria intestinal y el hígado graso no alcohólico.
El diagnóstico se realiza mediante el reconocimiento de las lesiones típicas, en localizaciones típicas, por parte de un especialista de la piel, el dermatólogo. En ocasiones puede ser necesaria la realización de una serie de pruebas si el cuadro no es típico, como cultivos microbiológicos, detección de hongos en las escamas o incluso la toma de una muestra de piel de una de las lesiones (biopsia). La realización de analíticas de sangre o pruebas de imagen como radiografías o ecografías, no son de ayuda en el diagnóstico de esta enfermedad.
La psoriasis es una enfermedad crónica y por lo tanto no tiene cura. El encargado del tratamiento de esta patología es el dermatólogo. En función de la extensión de piel afecta y de la gravedad de las lesiones, el dermatólogo escogerá entre diversos tratamientos, que pueden ser tópicos (cremas, espumas, geles), orales (comprimidos o cápsulas) o subcutáneos en aquellos casos de pacientes con psoriasis grave. Además, se trata de una patología que presenta buena respuesta a exposiciones controladas al sol, lo que recibe el nombre de helioterapia. En cuanto a los cambios de la dieta o los suplementos vitamínicos, los estudios muestran que no influye la retirada de ningún alimento ni la adición de ninguna vitamina, siendo la pérdida de peso y la interrupción o la disminución del consumo de alcohol las únicas medidas eficaces en este sentido.
En caso de padecer psoriasis, sería recomendable contactar con un dermatólogo para evaluar el inicio y el seguimiento del tratamiento de uno de estos tratamientos.